Di Diana Pintus
En Buenos Aires están llegando las vacaciones de verano. Hace mucho calor, y la ciudad se vacía y se prepara para las vacaciones de Navidad. Las escuelas cierran, y también el centro del Desarrollo Deportivo CENARD concluye su primer año de actividad con una fiesta. En el borde de la cancha de fútbol del CENARD, vacía bajo el sol caliente, hay mantas coloradas, comidas y bebidas frías, un grupo de adultos, padres y madres, charlando, y un grupo bastante animado de niños, por supuesto.
Son los niños que participan en el Centro de Desarrollo del CENARD. Dice el entrenador Nicolás Nardone: “La idea del centro nació cuando propusieron a mi papá, Enrique Nardone, que se ocupa de deporte para personas con discapacidad hace más de veinte años (entre otras cosas fue el primer entrenador de la Nacional Argentina de fútbol para ciegos), para hacer un centro de desarrollo de fútbol para niños con parálisis cerebral. Inicialmente, en tanto tenía que ser sólo para los niños con parálisis cerebral, pero luego empezaron a venir también niños con otras discapacidades, en particular amputaciones y hemiplejías, pero no sólo. Así que dijimos, bueno, nosotros no queremos que la discapacidad excluya y si que integre a todos, entonces cualquier niño que ha sido excluido de cualquier otra escuela de introducción al deporte puede venir, si le da la gana “.
Así, día tras día, el centro ha tomado forma. “Hoy tenemos diez niños. En algunas ocasiones llegaron incluso chicos de diecisiete años “- añade Nico, que piensa que el aspecto más importante es involucrar a las familias: “Las mamas y los papas acompañan a sus hijos al fútbol y acaban pasando más tiempo con ellos y pasándolo bien”.
“A mi hijo le hace bien. Tanto desde el punto de vista físico como psicológico”- dice Norma, que está aquí con su marido y el hijo Lautario, las de ellos son unas voces más que se suman al coro que está formado por las madres y padres que vienen también desde muy lejos para traer a sus hijos aquí.
Todos ellos han descubierto que existía ese lugar a través del boca a boca “, llevamos a nuestro hijo a la pileta de Ramsay, y desde allá nos informaron de que existía este centro y bueno, nos vinimos. Imagínese, mi hijo estaba encantado. Le encanta el fútbol, pero en las escuelas de fútbol no lo aceptan. O más bien, aceptan la inscripción, , pero luego, cuando llega el momento de jugar siempre tienen una excusa lista para dejarlo sin jugar “.
En cambio, aquí, todos juegan. Y esto, de acuerdo con Nico, es el principal punto de orgullo, sino también el mayor desafío de este centro, “el hecho de que hay tantos niños con diferentes discapacidades nos fuerza y estimula a tener que encontrar la manera de comunicarnos con todos y para todos, y a buscar métodos para ganar la atención de personas tan diferentes “. Un método que ha funcionado por ahora, concluye Nico: “vamos a volver a las actividades en marzo y abril, con los mismos objetivos, o sea que los niños aprendan y se diviertan. Y yo, de hecho, aprendo mucho con ellos y para ellos”.
Gracias Paola Jenkins para la confianza y la ayuda, y a Andrea que hizo el tramite.