di Diana Pintus
“Llegué a los veinte años, a mediados de septiembre. Yo no hablaba una palabra de italiano, y no tenia idea del lugar donde iba. Para llegar hasta allí el viaje había sido muy largo, tuve que tomar dos aviones. En el aeropuerto, en Roma, no sabía dónde iba, con quien tenia que hablar y sobretodo como…
Pedí informaciones:
– Tengo que ir en Sardegna – dije
. – Sí, pero ¿qué aeropuerto? – me contestaron.
Cuando por fin llegué a Elmas, el aeropuerto de Cagliari, el presidente del club estaba alla esperándome. La única palabra que el sabia decir en español era “hola, y luego empezaba de nuevo a hablar en italiano. A partir del dia después yo tuve un tradutor, pero aquela noche no, y tuve que bancármela , yo ataqué a hablar en italiano. Yo no sé, pero después siempre he tenido un traductor, por lo que incluso a principios de hecho, para mí sería muy fácil de entender, pero en ese momento, cuando me vino a buscar, no”
Adolfo Damian Berdún, Argentino de San Nicolás, provincia de Buenos Aires, recuerda asì el dia en que llego a Italia por primera vez. Hoy, después de trece años, todos jugados en la liga italiana, tiene 34 años, vive en Roma desde hace tres años y juega en el Santa Lucía, que él mismo describe como “uno de los mejores equipos de Europa”, está casado con una chica de Sardegna, Denise Conti y tiene dos hijos, Amparo, diez años, y Federico, dos.
Hace trece años que dejó Argentina con un único objetivo, crecer: “Yo sabía, o al menos estaba convencido que ir al extranjero podría hacerme mejorar mucho en algo que me gusta, y que me dio la vida”.
A los 13 años Adolfo amaba el deporte. Jugaba fútbol, y en la escuela participaba de todas las actividades deportivas que había: “luego tuve un accidente y perdi mi pierna izquierda. Pase ocho meses entre el hospital, casa y la rehabilitación, y después fui al campo donde jugaba fútbol a ver a mis amigos. En el mismo club se entrenaba un equipo de basket en silla de ruedas. Lo que siempre me parecio muy raro es que antes del accidente que nunca había visto ese equipo, a pesar de que en realidad ellos entrenaban ahí, pero yo nunca me había dado cuenta antes. Me preguntaron si yo quería jugar y…bien…claro que yo quería. Me encantaba el deporte, y de la noche a la mañana me encontré con una sola pierna, sin ser capaz de correr, saltar, montar en bicicleta, o sea todo lo que hacen los niños de esa edad … “
“Básicamente empecé a vivir cuando empecé a jugar basket en silla de ruedas” – añade Adolfo – “porque hasta los trece años, como todos los nenes, estaba gobernado por mis padres. No es que después ellos no hayan sido presentes, pero, por supuesto, un poco menos. Gracias al basket yo estudié, porque si no sacaba buenas notas en la escuela no podía entrenar, y esto me dio la motivación para estudiar; gracias al basket me hice amigos, conocì a mucha gente, recorrì Argentina y el mundo. Cuando fui a Italia me fui porque quería crecer deportivamente, este fue mi objetivo: crecer “.
A partir de ese primer día en que un grupo de atletas que tienen el doble de su edad lo invitan a sentarse en una silla de ruedas y jugar, Adolfo no ha parado nunca, no sólo de jugar al baloncesto, pero de crecer tambien: “Yo era un niño, y estaba jugando con adultos, que de hecho siempre me han tratado muy bien.. Hoy esos jugadores son mis amigos, eran chicos que tenian treinta-treinta y cinco anos, a mi me decían nene. Por supuesto que eran jugadores mejores de mi. Yo no tocaba ni una pelota, me quedaba corriendo corriendo en la cancha, y eso no me gustaba. Entonces traté siempre de mejorar . Estábamos en A2, luego nos subimos a la A1 y nos confirmamos alla”.
Acompañado por el deseo de crecer y por un poco de suerte, en 1999 Adolfo recibe el primer llamado para la selección: “Tuve suerte porque los entrenadores creyeron en mí y en otro chico, que teníamos 18 y 17 años. Todavía no estábamos listos para estrenar en la selección, pero el plan era lo de incluyer en el equipo 10 buenos jugadores y dos chicos, y yo era uno de esos dos. Desde 1999, siempre he estado en la selección, desde hace un tiempo son el capitán de la selección. Creo que de un punto de vista pratico no cambia mucho, cada jugador viste la remera de la misma forma, pero de un punto de vista simbólico tiene un valor fuerte, ya que significa ser el el portavoz del equipo”.
Así, practicando, jugando y tratando de mejorar día a día, Adolfo cultiva el sueño de ir a jugar en otro país, para crecer aún más desde un punto de vista deportivo: “Mi sueño en realidad era de a España , en Madrid, que probablemente hubiera sido mas fácil, ya que hablamos el mismo idioma. Tuve contacto con un equipo español, pero al final no se dio, y si se dio con ese equipo de Cagliari, que había entrado en contacto comigo por e-mail. Yo le conteste, nos pusimos de acuerdo, y yo me fui por primera vez de Argentina”.
Y es asi que, a mediados de septiembre de 2003, a los veinte años, Adolfo llega al aeropuerto de Elmas, y comenza su aventura en Sardegna: “Fueron todos maravillosos comigo. El presidente, los compañeros de equipo, los dirigentes, todo el mundo me ha tratado muy bien, me dejaron quedarme durante tres temporadas, no quisieran que me fuera. La gente del pueblo tenía y todavía tiene una alta opinión de los argentinos. Pero también tuve la suerte de vivir en un pueblito muy chico. La gente era muy amable, ellos sabían que yo era un atleta, viví tres años muy, muy lindos. El primer año fue fantástico, no sólo porque era el primer año, sino también porque subimos de la A2 a A1, que es algo muy lindo. Los otros dos años fueron un poco más difíciles porque muchas veces perdíamos los partido, el objetivo no era ganar, y si resistir de partido en partido, y ganamos muy poquito, entonces fue un poco más frustrante. Pero los tres años han sido fantásticos, y esa experiencia luego me permitió cruzar la isla e ir de Cagliari a Sassari a un gran equipo. Así que poco a poco he mejorado, aunque todavía trato de mejorar. Hoy tengo la suerte de jugar en el Santa Lucía. Un escuadrón. La empresa, los gerentes, el hospital … una estrutura increíble. Los compañeros son maravillosos, tengo muchos amigos que juegan la selección italiana, con nosotros juega su capitán, y de un punto de vista deportivo es lo mejor de lo mejor”.
Adolfo nos cuenta la derrota de su equipo, el Santa Lucia, contra el Cantù, el domingo pasado, en la final de Copa Italia: “fue muy buen partido. Ellos empezaron muy bien y se quedaron arriba para casi todo el partido. Luego nos recuperamos un poco, y en los últimos minutos pasamos en ventaja. Yo estaba afuera de la cancha, al final del partido, y entre en los últimos segundos para lanzar la triple que nos podía llevar al empate. Me equivoque, y ellos ganaron. Eso puede pasar. El año pasado en la final de la Supercopa me había pasado lo mismo, tire yo el triple decisivo cuando faltaban pocos segundos y me fue bien”.
“Mi esperanza es que esta derrota nos ayude a reflexionar y entender que siempre tenemos que entrar en la cancha al 100%, tanto físicamente como mentalmente, porque si no podemos perder. Si, somos muy fuertes, pero los adversarios también lo son. Yo creo que de ultima nos sirvió esa derrota. Veníamos de 7 vitorias consecutivas contra Cantù, y las derrotas, al final, ayudan a refletir”.
Sí, porque incluso las derrotas sirven, son caminos rumbo al crecimiento, como los otros que Adolfo recorriò desde que se sentó por primera vez en sillas de ruedas para jugar, y aún más a partir de ese día que aterrizó en el aeropuerto de Elmas. Trece años después de aquello choque cultural, en definitiva, Adolfo ha crecido, y no se ha arrepentido de la decisión que tomó: “Me encanta Roma, siempre hay algo que hacer. Es una hermosa ciudad, a través del deporte conocí a tanta gente, la mayoría son jugadores de basket también, entonces compartimos mucho . Estoy muy bien en Roma y voy a seguir aquí por mucho tiempo. Ademas yo tengo la suerte de volver a la Argentina muchas veces en un ano. Siempre vengo en Navidad, y por lo menos tres o cuatro días entre febrero y abril. Y después también final de la temporada, en junio, y regresó a Italia en septiembre, después de las vacaciones de verano. Cada vez que vuelvo, especialmente para jugar con la selección llevo conmigo la riqueza de mi experiencia en Italia “.
Y quién sabe en el futuro: “Me encantaría construir sobre lo que he vivido y ayudar a crecer el deporte adaptado en mi país. Sin embargo, la verdad es que decido mas solo adonde ir, hay que ver que opina mi mujer también. Talvez nos iremos a vivir a mitad de camino, para que estemos satisfechos los dos. Me gusta mucho vivir en Italia, he vivido aquí los últimos 13 anos pero … casa es casa. Estoy muy bien aquí, la gente siempre me hizo sentir bien, tengo dos hijos, estoy muy feliz, pero Italia sigue siendo mi segundo hogar. Mi casa, en realidad, está en Argentina. Así que sí, creo que volvere. No sé cuando, creo que todavía tengo un par de años para jugar. Y después… yo no puedo decir con certeza lo que voy hacer, pero si mañana fuera hoy yo regresaría a Argentina”.