de Elena Touriño Lorenzo
Martes, 7 de marzo de 2017. 20 horas. En el Palacio del Hielo de Turín se escucha el silencio. Nada que ver con la agitación de hace sólo una semana, cuando el Torneo Internacional de Para-Ice Hockey llenaba las gradas del pabellón de aficionados dispuestos a animar a una selección nacional, la italiana, que desde su quinta posición en el ranking mundial despunta en un panorama tradicionalmente dominado por los países del norte.
Los primeros pasos del hockey sobre hielo adaptado en Italia
“Si tenemos en cuenta nuestras posibilidades, con los deportistas que tenemos, que no son profesionales, jugando en un campeonato modesto como el que existe en Italia, y con la ínfima cantidad de gente que practica esta disciplina en todo el país, claro que somos una potencia”, asegura Mirko Bianchi, segundo entrenador del equipo nacional de hockey sobre hielo adaptado. Algo que parecía impensable cuando en 2004 un grupo liderado por el veterano Andrea Chiarotti se lanzó a la piscina para introducir un deporte sin apenas seguimiento al sur de los Alpes. Como país anfitrión de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de invierno en 2006, Italia tenía la posibilidad de participar en la competición y Chiarotti y compañía empezaron a empaparse de las particularidades del juego a partir de lo que iban viendo en distintos campeonatos. “En el primer torneo en el que la selección italiana participó oficialmente, que fue el europeo anterior a la Paralimpiada, perdieron todos los partidos, con 52 goles en contra y sólo uno a favor”, recuerda Mirko, “pero lo bonito es que en aquel momento, en lugar de tirar la toalla, decidieron seguir adelante, consiguieron creer en ellos mismos y empezar a construir un movimiento”. Un movimiento que ha crecido gracias al boca a boca y a un trabajo constante para encontrar jugadores en centros de rehabilitación y hospitales. Un movimiento que ha sido capaz de consolidar un equipo que ha ganado el oro en el europeo de 2011, que ha ido mejorando progresivamente sus resultados a nivel paralímpico y que, sobre todo, ha aprendido que los resultados llegan con unión, trabajo y fuerza de voluntad. “La gran lección que el deporte nos ha dado en este caso”, reflexiona Mirko, “es el hecho de haber conseguido no venirse abajo después del desastre de los primeros partidos”.
Presente y futuro de la selección nacional
Con el Campeonato del Mundo de Gangneung a la vuelta de la esquina, Gregory Leperdi, que a sus 44 años es uno de los miembros de ese primer combinado nacional todavía en activo, reconoce que “estábamos bajos de forma y el torneo de Turín nos ha servido para subir el nivel”. La adaptación al frenético ritmo internacional que imponen selecciones como la noruega o la canadiense, con jugadores profesionales plenamente dedicados a los entrenamientos y la competición, es fundamental para alcanzar el objetivo principal de los italianos, que es la clasificación para los Juegos Paralímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018. “Debemos estar entre los cinco primeros para clasificarnos directamente para las Paralimpiadas”, explica Mirko, “y eso es lo único en lo que debemos pensar”. La clasificación es algo en lo que tanto jugador como técnico confían plenamente y la combinación en el equipo de deportistas noveles con otros más experiementados es clave para conseguirla. “En el último año y medio hemos conseguido que muchos jóvenes se incorporen a la selección y esto nos permite tener más jugadores a nuestra disposición y poder establecer tres líneas de juego. Esto se traduce en un juego más intenso, más eficaz y con más ritmo”. Queda trabajo por hacer, pero estas experiencias son positivas para los deportistas en la medida en que los acercan a una realidad diferente a la que tienen en los clubes en los que entrenan habitualmente. “El campeonato en Italia cuenta con sólo tres equipos y el ritmo es mucho más bajo que cuando se juega a un nivel internacional, así que dar ese salto les ayuda a todos, no sólo a los más jóvenes, a cambiar la mentalidad”, señala Mirko.
Gabriele Lanza, de 25 años, se acercó al hockey sobre hielo adaptado hace un año. “Tenía ganas de hacer algo a un nivel competitivo y me llamó la atención cuando lo vi en los Juegos Paralímpicos. A pesar de que se trata de un deporte adaptado, tiene una espectacularidad y una belleza que me han gustado mucho”. Él, que es uno de esos jóvenes que ya han tenido la oportunidad de entrenar con la selección nacional, está también a las órdenes de Mirko Bianchi en los Tori Seduti de Torino, uno de los tres equipos que compiten en Italia y un grupo en el que se repite el patrón intergeneracional que se ve a nivel nacional. “Nos integramos muy bien y los mayores nos enseñan muchas cosas. Afortunadamente el nivel en Italia es alto y tenemos en el equipo a gente que ha participado en Juegos Paralímpicos y en otras competiciones internacionales desde el año 2006, así que es una gran ayuda”, cuenta orgulloso Gabriele.A la hora de valorar el trabajo con los conjuntos a los que entrena, Mirko tiene claro que cada grupo de personas tiene sus propias dinámicas independientemente de su edad y de sus condiciones físicas.
“Lo bonito de este deporte es que es un deporte de equipo, y por el hecho de serlo te enriquece con muchas cosas pequeñas”, apunta, “pero trabajar con personas con discapacidad no es diferente a hacerlo con otras que no la tengan, porque cada persona tiene dificultades que superar, que no son necesariamente físicas, y en ese sentido no hay barreras”. A su parecer falta, sin embargo, difundir la cultura deportiva y acercar el mundo paralímpico a los niños, “hacerles conocer y probar el mayor número posible de disciplinas para que el día de mañana tengan interés por deportes diferentes”. Por eso es importante la iniciativa “Deporte para todos. Paralimpismo, ¿qué es?” que el Comité Paralímpico Italiano promueve en la región Piemonte y que explica además la amplia presencia de escolares de todas las edades en el Torneo Internacional de Para Ice-Hockey de Turín.
Los desafíos
Ahora el reto está en encontrar nuevos jugadores que aseguren el recambio generacional que inevitablemente se producirá en los próximos tiempos. Aunque tanto Mirko, como Gregory y Gabriele reconocen que el hockey sobre hielo adaptado es un deporte difícil y muy sectorial en la medida en que “no todas las discapacidades se adaptan a las características del juego y es complicado encontrar personas interesadas en participar”, el balance que hacen de lo conseguido hasta ahora es muy positivo y confían en que la fuerza que llevó a la selección nacional a levantarse y continuar después del fiasco en aquel primer campeonato europeo les acompañe también cuando vengan tiempos de reestructuración y cambios. Porque la historia ya les ha enseñado una vez que con un poco de cabezonería y muchas ganas, los resultados, tarde o temprano, acaban por llegar.