Nota de Diana Pintus
Traduccion de Raffaella Nucci
Ilaria Muresu cumplio 18 años en mayo, nació a Dolo, en provincia de Venezia pero vive en Olbia y es muy valiente.
Hasta unos meses atras recorria cada semana 400 Km, desde Olbia hasta Nuoro, para entrenarse: “Praticaba esgrima paralímpica a nivel competitivo porque tengo escoliosis grave de 135 grados…Y más tiempo pasa peor”. Elije contarnos su historia en un en lo que está leja del deporte para por razones de salud. “Mis pasiones son la esgrima, el voleibol y ahora el basket tambien me estaba gustando mucho. Pero no puedo más praticar un deporte que me cansa mucho porque tuve problemas con la respiración “.
Elije contarnos su historia “porque me gustaría ayudar a otros, sobre todo a enfrentar los desafíos, día por día, admirando sí mismos”. Porque para ella el deporte es: “la fuerza para seguir adelante. Practicar esgrima me hizo dar cuenta que no soy diferente y que es genial hacer parte del mundo del deporte paraolimpico, porque abre la mente, te permite de conocer personas nuevas, vivir nuevas experiencias”. Más allá de las victorias y de las derrotas: “yo pienso que en la vida no es importante ganar, aunque me sucedió más de una vez. Es importante participar! “.“Lo más lindo de las carreras – dice Ilaria – es conocer gente nueva y hacer amistad, compartir la misma pasión. Mi mayor satisfacción – agrega – fue participar por la primera vez en el nacional de esgrima después de solo 3 meses que había empezado. Yo ya tenía en preparación el Campeonato Italiano en Rimini. Mi desilusión más grande sin embargo fue la primera carrera en Busto Arsizio, tenía que competir contra los campeones del mundo, me asusté tanto que me fue muy mal. Hice una mala impresión”.
El miedo paraliza, pero Ilaria es valiente. “Me enamoré de la esgrima gracias a un primo mio que vive en Suiza, y a partir de ahí cambió mi vida. El deporte me hace sentir más segura de mi y de lo que hago y sobre todo me da el coraje de enfrentar los desafíos que se me ponen adelante, día por día, admirando mi misma”.
Admirandose, si, como se merece una persona que tiene el valor de no darse por vencida, y el inconveniente de tener un mal carácter: “De repente me enojo con todo el mundo, sin causa, y esto me lleva al aislamiento” y que incluso si nunca creyó en Dios, quiere contarnos de un milagro: “cuando era pequeña, hasta los cinco años, no caminaba. Luego fui con mi padres a ver al Papa y el me besò..un mes despues empezé a caminar”.
Para recordarnos lo importante que es la esperanza y la belleza de dar un sentido a la vida a través de las pequeñas cosas.