“Las cosas bellas llegan a los que dan todo y a los que saben esperar”. Asì nos dice Sofia Brizio, joven, determinada, luchadora. Nacida y criada en Bergamo, ciudad del norte de Italia, Sofia tiene 18 años y persigue el futuro, no sólo en el deporte.
Cuando somos pequeños
“Empecé a nadar cuando tenía tres años porque el médico me dijo que era la única manera para resolver mis problemas en la columna vertebral. En principio detestaba ir a la piscina porque el curso era aburrido y no me gustaba que me dijeran lo que tenía que hacer, ya que me encantaba estar en el agua y quería sentirme libre”. Esto les pasa a muchos niños, ser iniciados a la natación desde muy pequeños y elegir no seguir apenas tienen la suficiente voz para poder rebelarse. El agua fría, caliente, mojada, profunda, enemiga.
La humedad que se te mete en las orejas, el disgusto que sube a la nariz cuando la bebes, los ojos que arden del cloro, y la inadecuación de los movimientos torcidos, confundidos. El frío en el vestuario y el ruido constante del secador que seca tu pelo. Subir a la superficie, bajar, golpear las piernas. No todo el mundo aprende rápido, en seguida. Como en todos los deportes, están los que absorben y los que tienen dificultades. Cuando Sofía, en el 2006, decidió dejar, sintió que tenía una dificultad mas: “los otros nenes me miraban porque no caminaba como ellos, hacía ejercicios más fáciles y esto, sin duda, no me ayudaba a subir mi motivación de nadar. A pesar de mis caprichos agotadores, mi mamá insistió, hasta que en el 2006 decidí que quería dejar”.
Cuando se crece
Lucas Da Silva Corrêa tiene 15 años, tres menos de Sofía. Originario de Belford Roxo, lugar de la inmensa periferia norte de Río de Janeiro, empezó hacer deporte, tenis en silla de ruedas, un año y medio atrás. Para él, comenzar a jugar al tenis significaba “empezar a tomar contacto con los demás y conmigo mismo. He sido siempre un chico muy tímido, y para mi encontrar el tenis fue conseguir la manera de expresarme. En el campo estas obligado a poner en juego a ti mismo, a vibrar, para conquistar cada punto”.
Vibrar. Él mismo nos puso esta imaginen en la cabeza, y desde ese momento continuamente estamos sorprendidos por lo bien que lo describe, como atleta y como persona. Vibra, Lucas, de sonrisas amplias, ojos abiertos y curiosidad, de esperanza para el futuro: “me gustaría convertirme en un profesional, estoy entrenándome duro para eso. Tengo que agradecer a mi entrenador, Leonardo, y el proyecto Cadeiras na Quadra”.
A cambiar la relación de Sofía con la natación fue el encuentro con el Polideportivo para personas con discapacidades de Bergamo, una Ong que existe desde 1982, que cree que “a través del deporte, todos, y más las personas que viven una situación de discapacidad, pueden hacer frente con mayor serenidad y conciencia a sus vidas “. Cuenta: “Mi madre pensaba que un ambiente diferente podía hacerme bien. Decidimos que si no me hubiera gustado aún así, habría empezado otro deporte. Contrariamente a mis expectativas, inmediatamente me sentí aceptada aunque todos los demás atletas eran mayores que yo. Había, sí, alguien que me decía lo que tenía que hacer, pero también me daban la oportunidad de experimentar y conocer mi cuerpo. Por primera vez en mi vida estaba en un ambiente donde mi discapacidad era valorizada de una manera que nunca pensé que fuera posible. En el 2008 empecé a hacer competiciones y no volvería atrás por ninguna razón. En el 2011, por primera vez clasifiqué para el campeonato italiano y desde ese momento el mi objetivo fue mejorar siempre”.
Sillas en el campo
El proyecto Cadeiras na Quadra, silla en campo, es pensado para los jóvenes atletas en silla de ruedas del área metropolitana de Río de Janeiro y parte de un principio simple: es más fácil para un entrenador alcanzar un atleta en silla de ruedas que para un atleta en silla de ruedas alcanzar el lugar de entrenamiento. Especialmente si es un atleta de periferia, como Lucas, que hace unos años se mudó desde Belford Roxo a Duque de Caxias, 30 Km. del centro deportivo, a Niteroi. Se puede llegar en colectivo sólo haciendo un una combinación, lo que va a ser muy difícil para Lucas, dada la tendencia de los conductores de autobús a no parar, para no molestarse en tirar abajo la plataforma, dado el tránsito y la inaccesibilidad de muchas veredas.
“Hace un tiempo decidí, de mala gana, que iba a dejar jugar al tenis. Mi padre se fue de mi hogar cuando era muy pequeño, nadie me dijo nunca explícitamente pero estoy convencido de que tenía miedo de mí, de cómo manejarse conmigo. Vivo con mi madre y mi hermana mayor. Ambas trabajan desde la mañana a la noche y yo no les podía pedir gastar todo ese dinero en gasolina y todo ese tiempo para llevarme a Niteroi a entrenarme. Gracias al proyecto Cadeiras na Quadra, fundado por José Carlos Morais, y suportado desde voluntarios y donaciones, puedo entrenarme en el centro de la Marina, donde es mucho más fácil llegar desde mi casa. Así puedo seguir practicando este deporte que me ayuda mucho y está cambiando mi vida”.
“Creo que el deporte es portador de valores fundamentales como la lealtad y la madurez de aceptar lo que pasa para bien y para mal, pero sobre todo el espíritu de sacrificio y la importancia del desafío conmigo misma antes que con el adversario” – Reanuda Sofía.
“No creo que hubiera sido la persona que soy si no hubiera hecho natación. Desde el punto de vista físico me ayudó a superar la hipotonía de las piernas, me fortaleció mucho los brazos, y además me enderezó la columna vertebral. El agua en general me ayuda mucho a relajar los músculos y a reducir la espasticidad típica de mi enfermedad, por eso es muy útil y absolutamente necesario para mi, nadar varias veces por semana para mantener los beneficios a largo plazo. Desde el punto de vista psicológico, la natación para mi es una válvula de escape. Si tuve un día malo o me siento bajo presión para la escuela, sólo necesito nadar para recuperar la serenidad, conseguir concentrarme más en el estudio y ser más abierta en la relación con la familia. Cuando estoy en el agua todos los problemas desaparecen, es maravilloso. Mis compañeros de equipo son como mi segunda familia. A través de los años me dieron y siguen dándome momentos inolvidables, y siempre están a mi lado cuando los necesito”.
Sofía recomienda la natación a los que no aman los deportes de equipo pero que igual necesitan estar en un grupo. “Seguramente la actividad competitiva me cambió mucho. Me dio una mayor conciencia de mis límites y de mis capacidades, y me enseñó a luchar de cualquier manera y siempre para lograr mis metas personales, porque los resultados llegan sólo si realmente lo quieres. Sobre todo, aprendí a reevaluar mi discapacidad y a sacar lo mejor de mí, aún en los peores momentos. Me di cuenta de que mi discapacidad no me impide nada, puedo hacer todo, aunque tal vez de forma un poco diferente de que la haría una persona normal. Estoy orgullosa de poder decir que en el año 2015 una discapacidad ya no es algo que hay que esconder, sino valorizar”.
Cuando se proyecta el futuro
Lucas se entrena todos los días, le gustaría ser un tenista profesional, ojala ya por las próximas Paraolimpiadas. Para Sofía en cambio, esta es la última temporada como nadadora competitiva. En el último año de escuela secundaria, está estudiando para dar el examen de ingreso a la Universidad de Cardiff para estudiar periodismo y comunicación. “Me encanta escribir, y desde que era una niña siempre pensé que la escritura iba a tener un rol fundamental en mi carrera profesional. Me gustaría trabajar en el sector editorial porque me encantan los libros, pero no excluyo la idea de trabajar como periodista. Mi objetivo es disfrutar lo más posible esta última temporada, no renunciar a nada y dar mi mejor. A pesar de que lo siento por el final de esta experiencia, estoy convencida de que la natación me dio algo que voy a llevar conmigo toda la vida. Si me aceptan en Cardiff será todo nuevo para mí, tendré que acostumbrarme al idioma y las exigencias del ambiente académico sin duda serán muy elevadas. Voy a seguir nadando para mi gusto personal, pero no creo que vaya a poder dedicarme a esto mucho tiempo. Luego si habrá la oportunidad de participar en algunas carreras, por supuesto no voy a renunciar, vamos a ver”.
Vamos a ver. Son jóvenes, muy jóvenes, Sofía y Lucas, tienen hambre de futuro y todos los requisitos para construírselo, ladrillo por ladrillo, y las carta en regla para llegar donde quieren.
Gracias a Lucas que vibra y a Sofía que encontró tiempo.
Gracias a José Carlos Morais y a Joana para las fotos.
Gracias a Mariano por la revision.