Pietro Scidurlo, 38 años (aunque él está convencido de tener 36) de Somma Lombardo, se siente un alma en camino: “He vendido el alma a este mundo porque este mundo ha cambiado mi alma. Y entonces es esto lo que quiero ser, quiero andar y quiero hacerlo a tiempo completo, quiero saborear todo lo que el mundo me pondrá delante de las narices. A mí me gusta la idea de atraer a más gente a la experiencia del camino. No es importante cuál sea el destino porque lo que cuenta es el viaje y creo que ese viaje, que es sin embargo un viaje al límite, cambia a las personas. Es decir, en cada camino existirá un Pietro de antes y un Pietro de después”.
Lo que nos impulsa para entrevistarlo, ya que esto es un blog de deportes, no de peregrinación ni de itinerarios culturales, nace de una pregunta que nos hemos hecho y que queríamos hacerle a él: ¿pero por qué caminar no es deporte?
La conversación con Pietro nos hace entender que, en realidad, el sentido de su presencia en esta página tiene que ver sobre todo con nuestra esencia de blog itinerante, viajero, y en un cierto sentido también caminante, aunque nuestro paseo tenga un ritmo diferente.
Nos cuenta Pietro:
«No tengo ganas sino necesidad, a veces, de coger mi mochila y partir con ella. Los antojos se controlan, las necesidades no, y quien está a mi lado debe saber que soy una alma en camino, que estoy en mi ruta y tengo que descubrir a dónde me lleva.»
Estas y otras palabras harán eco en nuestros oídos varias veces durante estos días. Podríamos haberlas dicho nosotros. En cambio nos las dice Pietro mientras nos cuenta su historia hacia atrás, a partir un resumen de los 16 días camino en la vía Francigena, que acaba de concluir.
NUNCA SE LLEGA
Empecemos desde el final, desde Francigena ¿Cuándo llegaste?
Pienso que en la vida no se llega nunca. Pero he vuelto a casa, a Somma Lombardo, el jueves 14 de abril sobre las 19.00 e inesperadamente estaba casi la mitad del pueblo esperándome en el ayuntamiento, y yo no lo sabía. Lo cierto es que soy… ¿cómo decir?… un viajero distraído, en el sentido de que sigo adelante por mi cuenta y después alguien me dice: “Oye, ¿pero no te has dado cuenta de que ha pasado un tren?” Y yo: “¡No!” Es decir, que vivo un poco en el mi mundo. Así que, mientras todo el mundo en el autobús hablaba sobre esta y otras cosas yo probablemente o dormía o quién sabe en qué estaba pensando, tal vez en las siguientes etapas del camino. Y me han hecho esa bonita sorpresa, con el alcalde y todo. Es siempre bonito ver que lo que haces puede tener un significado para ciertas personas y que entre ellas, puede estar alguna que vuelva a hacer lo que has hecho tú, y entonces envías una señal, dejas una buena huella.
¿Cuál era el objetivo de partida de ese peregrinaje?
Hemos partido cinco, con el objetivo de conseguir una Francigena para todo el mundo, más universal. El objetivo era que la gente que opera por y para la vía Francigena, y son muchos los que lo hacen, tomaran conciencia de que la experiencia del camino es una experiencia que pueden realizar también aquellas personas con exigencias especiales, y sobre todo, como el objetivo es caminar, también personas con movilidad reducida. Si se toma consciencia de esto, entonces muchas cosas podrán cambiar en los itinerarios culturales, y nosotros trabajamos en esa dirección para que así sea. El camino es una experiencia que concierne a todo el mundo, pero hace falta que cada uno aporte su granito de arena.
¿Quiénes erais los integrantes del grupo?
Conmigo viajaban 4 amigos de la asociación, que se llama Free Wheels: Giancarlo Cotta Rabusino, conocido como Girumin porque hace estos largos caminos con una bicicleta Graziella. Giancarlo es un autor de Terre di Mezzo y nos hemos conocido por este motivo. Él ha construido el carrito para transportar la silla de ruedas, ya que hemos partido sin vehículo de apoyo, y también el maletero que se encuentra detrás de mi bicicleta para poner mis bolsas, por lo que ha ayudado mucho en logística. Después está Bartolomeno Scidurlo, que forma parte de la asociación como tesorero y además es mi padre. Con él he compartido 4 Caminos de Santiago. Roberto d’Amato, que es un chico hemipléjico a causa de un accidente, por lo que pedaleaba con una pierna o, como dice él, con una pierna y media. Él me había dicho: a mí me encanta lo que haces y en la primera oportunidad que tenga me gustaría compartirlo contigo. Probablemente él se esperaba un gran paseo en bici de un día, pero al final yo le propuse hacer la vía Francigena y lo hemos compartido todo estos 16 días. Además de encontrar un amigo de viaje he encontrado un amigo. El último integrante es Pino Baldissera, que a diferencia de los otros chicos, es un amigo con el que he hecho ya el Camino de Santiago, y una vez que lo encuentras no lo dejas más. Además del Camino de Santiago hemos hecho otro viaje a Venecia y este es ya el tercer viaje que hacemos juntos.
AL LÍMITE
¿Nos puedes contar un poco más de la asociación de la que formas parte, Free Wheels?
La asociación quiere acercar a la gente a la experiencia del camino (como ruta cultural y religiosa). Nuestro lema es: las barreras más grandes son aquellas de la mente, tenemos una fuerte exigencia de hacer estas cosas al límite.
¿Por qué al límite?
Porque tienes una mochila con unas pocas cosas que has considerado indispensables, tienes delante de ti un paseo de semanas o quizás meses, y todo lo que necesitas puedes encontrarlo o en la mochila o en el metro cuadrado alrededor de ti o en el compañero de camino desconocido que tienes delante o detrás.
El camino es seguramente una experiencia límite. Conozco mucha gente que ha tenido accidentes y después de dos días han regresado. Para mí eso es como decir: me rindo frente a las dificultades de la vida. Yo, en cambio, opto por no hacerlo. Opto por avanzar con la cabeza bien alta, intento enfrentarlas, y de esta forma estoy seguro de que si mañana me debiese enfrentar a la misma situación sabría cómo abordarla. Yo siempre digo que caer sirve únicamente para descubrir cómo levantarse.
Pero debes tener verdaderamente la lucidez para abordar los problemas diciendo: “Vale, centrémonos, problema-solución”. Esta es una característica de las experiencias límite. Por ejemplo, a mí se me estropeó la dirección a la altura de Cisa. Podría haber perdido la cabeza o los nervios, y sin embargo no fue así. Debes pararte, respirar, no perder la calma y pensar: “No, espera, tengo que llegar al primer pueblo, tengo que llegar al final de la etapa y tengo que ver cómo solucionar mis problemas”. Y esto para mí es una cosa importante, porque si te fallan los músculos, si te duelen, yo siempre digo: “Te paras, respiras profundo y vuelves a retormarlo cuando puedas”. Pero si te falla la cabeza, no vas a ir a ningún lado nunca más.
¿Y en este caso en particular, cuando se te rompió la dirección, como lo solucionaste?
¿Sabes que dicen en el Camino de Santiago? “No lo que quieres, lo que necesitas.” Esto encontrarás en el Camino. Y es verdad. En aquel momento estaba pasando un granjero, que muy amablemente me reparó la dirección con un alambre y me permitió llegar más allá de donde tenía planeado llegar. En mi destino no tenía cómo arreglar la bicicleta y por lo tanto decidí ir más lejos y allí encontré un mecánico que me la arregló.
Entonces fue un encuentro providencial…
Sí, el camino es una experiencia de encuentros. El peregrinaje es una experiencia de encuentros, todo el resto pasa a un segundo plano. El camino está precisamente construido de tus encuentros, porque quizás habrá gente que te encontrarás y que cambiará tu camino, gente que te ayudará y que cambiará tu camino aunque no te siga. Muchas veces se dice: “El camino está hecho de gente y no de lugares.” Significa exactamente eso. Dentro de algunos años volverás a pasar por los mismos lugares, y estos más o menos serán siempre los mismos. Determinadas personas con la que has compartido aquel paso en cambio no volverán más. Por eso que es necesario vivirlo al máximo y sin restricciones.
Quiero contarte el primero de estos encuentros, que quizás no es el más bonito porque sería como decir que los demás no lo han sido. Pero para mí el primero ha sido también el más curioso porque nos ha hecho entender que aunque todavía no habíamos llegado a vía Francigena se respiraba ya un ambiente de acogida. Estábamos poco antes del puente de Bereguardo, casi llegando a Pavia, donde nos habríamos reunido, debajo del puente, en la vía Francigena. Estábamos parados frente la puerta de una casa que tenía las ventanas abiertas y de donde se oían voces. De repente, sale un bromista que más tarde conocimos y nos dice (te lo cuento en dialecto): “Cià, ven dentro a chapa un bicier de vin”, o sea, “Venga, venid dentro a tomar un vaso de vino”. Eran las doce y media, nos miramos entre nosotros, incrédulos, y dijimos: “Vale, así de paso comemos”. Al final comimos allí nuestros bocadillos y tomamos un buen vino de Pavia ofrecido por el señor. Allí nos dijimos: “¡Si esto empieza así a saber como termina!”. Incluso después hemos tenido encuentros sorprendentes, como el del grupo parlamentario para la vía Francigena (del diputado Alessandro Ferrosi) que promovía este proyecto y que nos acogió y apoyó en Pavia, Piacenza, Lucca, Siena, Viterbo, Fomello y Roma en algunas audiencias públicas en las que contábamos qué estábamos haciendo y por qué es importante creer que el día de mañana pueda existir una vía Francigena por todo el mundo.»
¿Para ti qué haría falta concretamente para hacer la vía Francigena un camino para todo el mundo?
Bromeando te diría que haría falta que la gente se sentase en una silla de ruedas y probase a caminar a la altura de una silla. Pero en realidad sería necesario que la gente tuviese como meta verdaderamente el “para todos”: la gente que dibuja planos, antes de elegir si estructuras pueden ser accesibles o no, sería bueno que tuviesen en cuenta que ser accesibles es mejor para todo el mundo porque por ejemplo, ya simplemente desde el punto empresarial, una persona con exigencias especiales difícilmente se mueve sola, pocos son aquellos que tienen la posibilidad y la oportunidad de viajar solos. Así, a partir del momento en el que tú eres accesible vas a tener como clientes no a una persona, sino a 2, 3 ,4 o 5. El hecho de no invertir un poco más de dinero en accesibilidad es una elección discutible, porque además se recuperaría en tiempo récord”. En lo que concierne a los planos el tema es más complicado, porque hay que tener en cuenta la orografía del territorio también que se va a unir. Trazar un Camino de Santiago o una Via Francigena son dos cosas diferentes. Quien ha tenido que hacerlo ha debido lidiar con un territorio montañoso: la CISA, las colinas de la Toscana, las colinas del Lazio… De Pavia en adelante hemos encontrado verdaderamente muchas subidas y bajadas. Pero es así porque así es Italia. Sería necesario que quien va a delinear el trazado oficial dijese: “El trazado oficial no tiene que ser llano, pero tiene que respetar algunos cánones precisos, algunas pendientes precisas y algunos tipos de suelo y todos deberían luchar a todos los niveles (también el gubernamental) para que los trazados sean accesibles a todo el mundo tanto como suelo como como subida. Es importante también que la gente se movilice a todos los niveles, también institucional. Yo creo que esto puede pasar gracias a la voluntad de alcanzar, por la via Francigena, los niveles del Camino de Santiago. El turismo a pie o en bicicleta en Italia ya está difundido y es sostenible, así que ¿por qué no estimularlo y apoyarlo? Tenemos uno de los tres caminos santos mayores, después precisamente del de Santiago y del de Jerusalén. El tramo más largo de este camino está en Italia y pienso que se está pensando un poquito en volver a los orígenes… a la tierra de los padres. Yo espero que sí porque, para empezar, yo ya no uso el coche si no es estrictamente necesario. La última vez que lo usé fue hace un mes, me muevo principalmente en bicicleta, o en la silla de ruedas, y trato de no utilizar el coche.
POR TODO EL MUNDO
Antes de la Via Francigena has hecho cuatro veces el Camino de Santiago, en el 2012 con tu familia, después otra vez en el 2013 con dos amigos y en el 2014 dos veces, para escribir la primera guía europea por discapacitados. ¿Cómo se te ocurrió la idea?
Cuando acabé el Camino por primera vez pensé: “¿Pero por qué yo no puedo vivir la experiencia del Camino, que es un itinerario cultural reconocido por la UNESCO? ¿Por qué no puedo vivirlo con la misma despreocupación que los demás? ¿Por qué tengo que buscar con lupa los alojamientos? ¡Algo así debería estar abierto a todo el mundo, es el Camino de Santiago!” El camino francés acoge 1.000.000 de personas cada año. No es posible que yo no encuentre en ninguna parte unas indicaciones, y las únicas que he encontrado han sido guías de otras naciones verdaderamente mal hechas, con informaciones sin verificar. Yo con aquellas informaciones me juego el pellejo porque imagínate la situación si yo he planeado hacer 90 km y después de esos 90 km voy a dormir en un lugar que yo creo que es accesible y luego resulta que no lo es.»
«Así que con un amigo, que después se convirtió en el otro autor de la guía, hemos ido a ver a Terre di Mezzo, a quienes la idea de una guía para todo el mundo les gustó. Me dijeron: “Creemos que tú eres la persona más competente para hacer algo así y, por lo tanto, hagamos esta locura. Lo que no sabían era que yo no quería hacerlo como se había hecho hasta ahora, o sea, una guía por teléfono. Yo quería ir de verdad a escribirla allí mismo, a caminarla, a pasar muchos días en España, porque quería ver todos los alojamientos. De hecho, el plus de “Santiago per tutti” es precisamente ese. Es una guía en la que se evalúan casi 600 establecimientos que hemos visto con nuestros propios ojos, son situaciones que hemos vivido.»
¿Has tenido feedback de gente que ha usado la guía para hacer el Camino?
Gracias a Dios la guía ha vendido 4.000 copias en un año y no hemos recibido ningún feedback negativo.»
También amigos sin discapacidad me han hecho pensar en maneras de interpretar esta guía que yo al principio no había valorado y me han dicho: “Fantástico, porque no contiene sólo un recorrido sino que contiene tres y por lo tanto, nosotros, en función de cómo os sentimos aquel día, según cómo sea el tiempo etc. decidimos dónde ir y después saltamos de un itinerario a otro. Por ejemplo: me levanto a las seis de la mañana, estoy en el bosque y tengo que andar 3 km en el barro. No. Mejor cojo la carretera asfaltada, avanzo 3 kilómetros y después me reintroduzco cuando el sol está ya alto. Esto no la había pensado nunca, mínimamente. Y cuando me lo han dicho he pensado: “Has entendido! ¡No son nada tontos estos peregrinos!
¿Cómo se te ocurrió hacer este peregrinaje?
El Camino de Santiago se me ha aproximado porque había leído el libro de Paulo Coelho y al mismo tiempo había conocido a una persona que había acabado de hacer el Camino.
Entre otras cosas me he encontrado otra vez a Giovanni en la Via Francigena, en Fonello, la etapa antes de Roma. Ha sido precioso porque además de ser la persona que me ha aproximado al Camino, es también la persona con la que he navegado el Ticino, el Po, el Adige, el Brenta y la Laguna Veneciana en un camino sobre al agua en canoa para ir desde mi pueblo hasta Venecia. Hemos hecho 230 km en 8 días, 5 ríos, durmiendo donde coincidía, en los pueblos vecinos al río… Hemos descubierto una acogida realmente maravillosa también allí, en las comunidades del río. Ellos nos contaban con frecuencia: “Lo que llega del Po para nosotros es oro.
En general hay muchos motivos que llevan una persona a ir en camino y cada uno puede tomar aquel que siente más dentro de sí mismo. Personalmente el peregrinaje es un tiempo para darlo todo para después recibirlo de vuelta un día. Una anfitriona me contó: “Tienes un momento para mortificar el cuerpo, y un momento para elevar el espíritu”. O sea, aquel era el tiempo de mortificarte, para después elevar el espíritu. Para mí es una cosa más espiritual.
Yo era un chico muy difícil porque no aceptaba mi discapacidad y eso no dejaba vivir como se debe ni siquiera a las personas que estaban cerca de mí, y por eso partir para hacer el Camino de Santiago para mí significaba buscar un Pietro mejor, pero era un intento y no sabía que pasaría después. No me lo imaginaba cuando el camino ha cambiado profundamente mi vida, la ha tocado. Yo he pensado: “Lo mínimo que puedo hacer conseguir que toque 1.000, 100.000 vidas como la mía. Y entonces es de allí que nace mi compromiso, mis ganas de ver 1.000 Pietros por ahí en aquellos caminos, por estas rutas. Mientras yo espero emprender siempre un nuevo camino, ¡y el camino más bonito será sin duda el próximo!