“Es cómo una danza en pareja”.
“Si, si, exacto, hay aquel tipo de relación. El jinete debe entender siempre por delante cuál será el siguiente movimiento del caballo”.
“Hay una conexión muy estrecha entre el caballo y quien lo monta, no por casualidad se llama binomio. Es lo que es, un binomio, un grupo. Las cosa más importante de todo es lograr sintonizarse con el caballo y hacer funcionar este grupo”.
Club Ecuestre de Buenos Aires. Sientados a la sombra de un toldo providencial que garantiza un poco de alivio del calor extremo del verano de Buenos Aires, Lilian Iannone, representante de la Federación de Equitación paralímpico y juez internacional, Diana Moore, atleta que compite a nivel internacional y Ricardo Spinelli, jinete de gran experiencia en el país, contan sobre las reuniones con los representantes de otras federaciones deportivas paralímpicas: “cuando insistimos diciendo que la relación jinete-caballo es el centro de todo, que el caballo siente todas las emociones del jinete y viceversa, y que pora que funcionen las cosas jinete y caballo tienen que ser estrechamente conectados de un punto de vista emocional, nos toman por locos…en realidad pero esto es realmente el corazón de nuestro deporte”.
Un vínculo que no es fácil de construir: “El hecho de competir en los torneos internacionales con los caballos que tomamos en el lugar, y que no conocemos, con los que el atleta se entrena sólo un días o dos, nos penaliza”– dice Lilian. “Para otros países es más simple. Un ejemplo claro son los brasileños. Cuando vinieron a Mar del Plata en el 2003, por lo primero y unico campeonado Parapanamericano de Equitación, tenían una mirada asustada, cómo a decir: que es esta cosa? Y ahora tienen caballos en dotación de sus Federación estacionados en Francia y disponibles para ellos cuando compiten en torneos en Europa. Está claro que el rendimiento es diferente, y muchas veces me pasa que en Europa me dicen: pero que vinieron a hacer ustedes si no tienen suficientes recursos? De hecho, está complicado hacer funcionar las cosas con un caballo que no se conoce. Las indicaciones que damos al caballo son la cosa principal. Y pasa muchas veces de dar indicaciones erradas”– agrega Diana. Y Lilian agrega sonriendo: “Eh, sí … dar indicaciones erradas es lo más común que puede pasar”.
Para Ricardo la cosa más importante de todas es “estar bién del punto de vista psicológico. Sólo así es posible relacionarse bien con el caballo. Mi impresión es que alcanzar este equilibrio requiera un poco más de energía para una persona con discapacidad en comparación con un jinete sin discapacidad, porque en general la discapacidad lleva con sigo un fuerte cargo psicológico, aunque luego, por supuesto, depende de persona a persona”.
Aquí estoy
Diana empezó a montar desde muy pequeña, en el campo. Cabalgaba sobre la hierba, por lo que no estaba acostumbrada a llevar casco. Cuando empezó a praticar equitación como deporte y pasó a cabalgar sobre la tierra y sobre el cemento, el casco se lo olvidaba siempre. “Sabes, yo simplemente no lo pensaba. Un día hace veintiséis años estaba montando, el caballo descartó, me caí y me golpeé la cabeza en el cemento. Estuve tres meses en coma. Pero la culpa fue sólo mia, que no pensé a ponerme el casco”. Los médicos del hospital son pesimistas, dice Diana. “Mi familia estaba desesperada. Todos decian: se va a morir, se va a morir. Pero cómo la mala hierba nunca muere – agrega, y su care se abre en una sonrisa – aquí estoy!”.
Sueños y felicidad
Diana se acuerda que una de las primeras cosas que pensó cuando se despertó del coma fue: “Esperamos que pueda volver a cabalgar. Es loco no, prácticamente no podía mover ninguna parte de mi cuerpo y yo ya pensaba a montar de nuevo a caballo. Tengo que agradecer a mi familia que siempre me apoyó en esta locura, y que, después del susto que tuvieron, comprendieron y aceptaron mi decisión de volver a cabalgar”. No de inmediato, por supuesto: “fue un proceso de rehabilitación muy lento. Al principio, cómo mis movimientos estaban muy compromitidos, venía una chica a casa para la terapia, luego poco a poco mejor, y me fui al centro de rehabilitación. La persona que me ayudó a realizar mi sueño de volver a empezar a montar a caballo fue mi primera entrenadora, Natalia Falbo, que voy a agradecer por siempre, porque me hizo feliz”.
Si, porque de felicidad estamos hablando. Interviene Ricardo, que perdió una piernas en un accidente cuando tenía 23 años, y que compite en la categoría 4, la que reúne a las discapacidades más leves: “ hay aquel momento en que estás compitiendo y pensás: soy yo, soy propio yo que lo estoy haciendo. Cuántas personas llamadas “normales” no saben cómo montar un caballo? Yo si y lo hago bién. Es una sensación maravillosa. La verdad es que hoy, a 53 años, soy una persona feliz” – agrega. “Tengo una familia, un trabajo, voy a caballo, y hace unos años compré un terreno a San Vincente, unos cincuenta kilómetros de Buenos Aires, donde hoy estamos abriendo una escuela de equitación criolla, que sería la manera de montar a caballo de los gauchos”.
Ricardo encontró su terreno por casualidad. “Fue allá para comprar un caballo y participar a una cabalgada que cada año se hace para conmemorar las hazañas del héroe de la independencia nacional, el general San Martín, volvendo a recorer el camino de Buenos Aires a San Lorenzo. Y el lugar me encantó tanto que compré el terreno. Al principio tenía que ser un lugar sólo para mi, para cabalgar, pero al final, quizá cómo, me encontré con un montón de gente que me piden que le diera lecciones y una gran cantidad de proyectos que se pueden realizar “.
Sos vos
“Yo nunca me voy a olvidar – sigue Diana – cuando competí en Inglaterra y escuché la voz del anunciador que decía: y ahora, la representante argentina, miss Diana Moore. Y yo de repente me di cuenta y me dije: sos vos, boluda…dale, fuerza! No podía creer que anunciaron mi nombre. Cómo estoy? La verdad es que me siento la persona anormal más feliz del mundo. Y si a lo mejor no acepté mi discapacidad, porque ciertamente aceptarla plenamente es casi imposible, estoy muy satisfecha con la forma en que aprendí a convivir con ella. Mi único remordimiento es lo de no poderme casar o tener hijos, pero al final, yo también tengo mis manías y mis defectos, así que quizá es mejor así”.
Gracias a Lilian Iannone, Diana y Riccardo.